Aunque muchas personas digan que ser mamás primerizas no es tan complicado, estar ahí con el bebé en brazos sin saber qué hacer te asusta. Siempre te dirán cómo hacer tal o cual cosa, pero nunca te dirán cómo no hacerlo. Por ello, a continuación te decimos qué no debes hacer a la hora de curar el ombligo de tu bebé.
Durante los primeros días en casa, tu cuerpo es un caos y tal vez la idea de ser mamá aún no la asimilas por completo. Además, tus emociones son una montaña rusa y tienes que ayudar a tu bebé a adaptarse a su nuevo mundo. Y cuando pensabas que yo no se podía más, llegó el momento de curar el ombligo de tu bebé.
Cuando te conviertes en madre, notas mucho los cambios entre las costumbres de antes y las de ahora. Mientras tu madres y abuela te dan consejos obsoletos con toda su buena intención, ginecólogos y pediatras te ponen al día.
Así, por ejemplo, las mamás de hace unos años usaban los fajeros, una venda que se pone a los recién nacidos con el fin de sujetar un paño que cubría el ombligo hasta que se secaba. Ahora se sabe que no es muy conveniente porque los fajeros, ya sean de tela de papel o analérgicos, pueden producir lesiones en la piel y las vendas oprimen el vientre y son incómodas. Por este mismo motivo, tampoco es recomendable emplear fajas. En contra de lo que pueda parecer, no curan ni facilitan la curación de las hernias de ombligo y pueden resultar incómodas para el bebé e incluso provocarle vómitos o dificultad al respirar.
Para curar el ombligo del bebé no es recomendable utilizar bolas de algodón. Lo mejor es secar la zona con gasas estériles y dejar el ombligo al aire, ya que tapándolo, aumenta la humedad y el riesgo de infecciones. Otra cosa que no se debe hacer es dejar la gasa mojada en alcohol encima del ombligo durante demasiado tiempo porque podría irritar el área. Y respecto a los antisépticos, los que tienen color no son la mejor opción. El mercurocromo que es rojo, puede provocar eccemas y el yodo no está recomendado para los recién nacidos y los lactantes porque se absorben a través de la piel y pueden producir alteraciones en la función de la glándula tiroides. El alcohol 70% y la clorhexidina son los antisépticos más indicados para curar el cordón umbilical del recién nacido.
No te alarmes si pasan los días y no se cae el ombligo, es un proceso lento pero seguro. El día que menos lo pienses se desprenderá solo. Evita tirar y arrancar de él, aunque parezca que ya está seco, es una práctica nada recomendable porque puede producir una hemorragia.
Equipo necesario
La higiene del ombligo del recién nacido, no requiere grandes preparativos. Necesitarás un recipiente pequeño y limpio, que llenarás con agua tibia y un chorrito de jabón líquido neutro.
También deberás tener una esponja (especialmente reservada para esta operación) y una caja de gasas estériles, se pueden comprar en farmacias. Los antisépticos más utilizados son el alcohol de 70º y la clorhexidina. Jamás uses polvos cicatrizantes, pueden producir reacciones cutáneas no deseadas.
1. La limpieza la puedes hacer con agua y jabón líquido neutro, con alcohol al 70% o con clorhexidina. No se debe usar Betadine, porque contiene yodo, que se absorbe a través de la piel y puede alterar los resultados del la prueba del talón (como el test de hipotiroidismo).
2. Lava tus manos. Luego empapa con agua jabonosa una esponja limpia (o una gasita estéril, si la herida no está muy sucia) y pásala con cuidado por el cordón, hazlo con movimientos de arriba abajo. Con la mano que queda libre sujeta la pinza, así podrás limpiar bien la zona que rodea el ombligo.
3. Sumerge una gasita estéril en agua y pásala por la piel enjabonada, dando pequeños toques. No olvides enjuagar la unión del cordón con la piel. Tal vez te asuste un poco su aspecto, pues parece muy delicado, pero tranquila, el cordón no tiene terminaciones nerviosas y a tu bebé no le duele, ni siquiera cuando se cae.
4. Con otra gasa seca el cordón umbilical, asegúrate que no quede humedad. Tras la caída debes mantener los cuidados unos días, sobre todo secar la herida después del baño, para favorecer la pronta cicatrización.
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